lunes, 20 de junio de 2011

Rojo

      Entra en el edificio, saluda al portero y se dirige a la puerta del ascensor. Antes de pulsar el botón de la cabina, recuerda que no mira el buzón desde hace varios días. Busca las llaves en el bolsillo de la chaqueta.        Por fin saca el llavero. Se dirige a la parte derecha para abrir el correspondiente compartimiento.
       Nada, sólo propaganda, folletos de restaurantes chinos, otros de grandes superficies.
       El portero le observa:
       —No ha llegado el cartero, Sr. Armando.
       —Gracias, Jorge
       —Sólo han traído publicidad— dice Jorge.
       —Como siempre, gracias, muy amable.
      Sube al piso, ¡por fin en casa! Es la cuarta entrevista que realiza esta semana. En todas el entrevistador o entrevistadora, elegantemente vestido, le comunica de una forma correcta que el mercado está muy difícil, que cada vez son mas los que se presentan con un currículum impecable, que no pone en duda su capacidad como gerente y por supuesto tiene en cuenta la recomendación del Sr. Cubero.
       —Por cierto, ¿hace mucho que no ve usted a Pedro?
       —No me hable de usted, por favor —dice nervioso. Desde que cerró la empresa.
       —Ya, fue lamentable lo de su mujer en aquel accidente. El nunca se recuperó.
       —Si , venían de un viaje de negocios y tuvo mala suerte con aquel bache en la carretera.
     —En fin, la vida .Se ve que lo aprecia mucho .Si le seleccionamos, le vuelvo a llamar en unos tres o cuatro días.
      De nuevo, frente al almanaque que parece esperarle siempre en la cocina, coge el rotulador rojo y marca el día de hoy con un aspa.
      Se dirige hacia el salón, observa que el teléfono parpadea y pulsa el contestador para oír los mensajes:
     —Armando, soy mamá, hace tres días que no sé nada de ti,¿Comes bien?,siempre te veo muy delgado .    
     Cariño, perdona que te moleste con mis cosas, tienes que hablar con tu padre ,¡imagínate! No quiere llevarme de veraneo a Niza, después que sabe la ilusión que me hace, pero él si tiene el carnet de ese maldito equipo de fútbol.
        Por favor tienes que hablarle, hazlo por mí, un beso, adios .
        El contestador sigue parpadeando:
       —Hijo, soy tu padre, habla con tu madre o me separo .No pienso ir a ese ridículo viaje a Niza, no soporto a las cotorras con las que sale de compras todos los días ,y sus maridos no hablan de fútbol, sólo saben hablar de yates y coches ….es vergonzoso. Un beso y perdona la charla !Ah ¡ te he guardado un rotulador rojo de los que tanto te gustan.
      Vaya, siempre igual, nunca se ponen de acuerdo en nada, y me erigen a mi de árbitro de sus peleas. Bueno, después voy a verlos, la tarde se presenta entretenida –pensó.
      La luz de los mensajes sigue encendida:
    —Buenas tardes, soy el Sr. Sanz, de la empresa Hiperfamily, después de estudiar nuevamente su currículum y los resultados de la entrevista, estaríamos interesados en ofrecerle un contrato de prueba .Puede pasarse mañana por mi despacho y hablamos de las condiciones. Un saludo y que tenga un buen día.
       Por supuesto, el Sr. Sanz hace que este día sea el mejor de los que tiene hace tiempo.
      Por fin una luz que le guía hacia la salida del túnel. Como en las películas, él es ahora el enfermo en fase terminal que, sumido en la placidez de la contemplación, siente la voz del ser querido que le hace regresar a la vida.
     Ahora puede levantarse otra vez temprano con un objetivo. No importa qué condiciones le den al principio, ni el horario, ni lo que gane, siempre lo estipulado en convenio, tampoco si hay que trabajar los sábados.
      Todo antes que “el trabajo de seguir buscando trabajo”, con el que lleva cerca de un año. Animado por las noticias, decide bajar al supermercado y comprar algo para comer, el cava para mañana, si todo sale bien .Le gusta la cajera, no sabe si es mutuo, pero ahora puede invitarla a cenar y comprobar si ese interés que parece sentir por él va mas allá de un cruce de miradas.
      —Hola Armando,¡ cuanto tiempo sin verte!, ¿compras en otro sitio?
      —Hola, reina de las finanzas, sin novedad en el frente, supongo —sonríe él.
     —Bueno, según se mire, cuando haga caja lo mismo quedo con unas amigas, me tomo unas copas y me voy a bailar al Utopía.
     —Oye, yo siempre quise tener profesora de baile, pasado mañana cuando salga del trabajo quizás busque alguna.
       —¡Ah¡ ¿pero trabajas? ¡Que calladito lo tenias, ¡oye las alegrías se comparten ,no sólo las penas ….
       —Por eso mismo, mañana si quieres lo celebramos —esperando que le diga que sí.
       —De acuerdo, seré toda oídos —le devuelve el cambio dirigiéndole esa enigmática sonrisa que tanto le gusta.
Cuando va a guardar el dinero en el bolsillo, advierte que ella pone un pequeño rotulador rojo. Lo sabe, se acuerda de sus preferencias. Si todo sale bien, mañana comprara champagne.
      Mientras se prepara una ensalada y algo de picar, se acuerda de su hija. Quiere darle la noticia a ella primero, a sus padres ya los ve esta tarde. Lo peor es que está su ex – mujer y con ella no le apetece hablar. Lo primero que dice siempre es que no le pasa la pensión de la niña y ella tiene muchos gastos.
      Desde que su reciente pareja es un abogado, las relaciones empeoran por día. Normal, él es un fracasado, el nuevo, un hombre de éxito, que la lleva a comer fuera los fines de semana y a esos magníficos viajes que tanto le gustan.
       ¡No puede reprochárselo! Todos queremos vivir bien. Como dice su suegra, el que lucha en la vida se merece su recompensa y él no es un premio para nadie. ¡Menuda señora! Menos mal que ella si lo es…, por eso el marido acabó fugándose con la secretaria, pero ¡ojo! ella queda siempre como la amante esposa que, después de dedicarle los mejores años de su vida, queda abandonada, aunque con algunos “royalties” en las cuentas del banco.
        Marca el número de su ex – mujer. ¡Ojalá lo coja Marta!-piensa.
        —Hola Marta, ¿Cómo va el día? —para empezar tiene suerte.
     —Hola papi, bien, muy bien, he sacado un sobresalientes en sociales. ¿ y tú ,cómo vas con tus entrevistas?.
       —Para eso te llamo, cielo. Parece que mañana puedo firmar un contrato, por fin, alguien quiere emplear a tu padre, ¿no es estupendo?
       —Claro que si, ¡me alegro mucho! ¿Me llevarás este verano a Disneyland? ¡A que si, papi! Ahora mama no puede decir que no tienes donde caerte muerto.
       —Si, preciosa, ya hablamos de eso el próximo fin de semana. De esto, ni una palabra a tu madre, yo ya busco cómo decírselo y cuándo,¿vale?.
      —Vale, te guardo el secreto. Se quedará pasmada cuando se entere, prométeme que me dejarás estar presente cuando le des la noticia.
        —Hecho, un beso tesoro.
        —Adiós papa.
      Al colgar el teléfono, se sienta en el sofá a dar buena cuenta de su cena y pone la televisión, están pasando un partido de fútbol, uno de los grandes de la temporada, Madrid – Barcelona. Con el acontecimiento del día ni siquiera recuerda algo que , unas jornadas antes , es lo único que tiñe de rosa uno de sus días grises.
       Sin embargo, hoy no sigue el partido; su mente rebobina las situaciones vividas desde el cierre de la empresa. Seguir levantándose temprano todos los días, sin ganas en muchas ocasiones, y estar continuamente motivándose para mirar las ofertas de empleo en Internet, enviar los curriculums a las que cree más interesantes, descubriendo después que el día sigue teniendo muchas horas libres en las que no sabe qué hacer. Hay ocasiones en las que lo eligen para una entrevista, pero nunca termina con éxito un proceso de selección. Entonces, pierde la fe en el sistema, ya no es válido para la sociedad, no es un sujeto de consumo, es un inútil. Pero la vida sigue, va al paro y rellena una serie de formularios para actualizar su perfil que lo integran en un plan de empleo con un nombre sugerente, “menta”, “fresa”, “Andalucía Orienta”, que, aunque nunca le da trabajo, le convierte en el parado mejor formado de España.
      Pasa de la ira a la desesperación, y antes de caer en la desilusión y la apatía, le invade una actividad frenética: en las horas que no está en los cursos, va al gimnasio a quemar adrenalinas, se apunta a talleres de escritura, de pintura, de baile…
      El Real Madrid marca un gol y esto lo saca de su mutismo, a él le tiran los blancos. Quizás por eso le viene a la mente Anselmo, su amigo de la infancia. Hace tiempo que no lo ve, él es director de una sucursal bancaria y está siempre muy ocupado, aunque tienen amigos comunes y salen de vez en cuando. Lo llama para darle la noticia.
      —Anselmo? —oye voces de fondo y piensa colgar.
     —Armando —responde enseguida—. Hola chico, ¡cuánto tiempo!, ¡menos mal que llamas!. ¿Qué tal va todo?.
      —Mejor que días atrás —no quiere desvelar todavía la primicia.
      —Vaya, te veo con buen ánimo. Hoy he visto a Carlos y Clara, me han comentado lo desmotivado que te veían; no te lo tomes a mal, siempre hemos sido amigos , pero te veo un poco “rallao”, ya no hablas de otra cosa, hasta el tachar los días en el calendario con ese rotulador fomenta más la obsesión que tienes….
      —Sí, Anselmo, tienes razón, pero es más fácil decirlo que vivirlo todos los días. De todos modos mañana será diferente…
       —¡Así me gusta Armando, ese es mi chico de siempre! —intenta animarlo.
       —Reúne a la pandilla y nos vemos el viernes.
       — Estupendo, sea como dices, sin par Armando —siempre hablaban imitando a los clásicos.
      Cuando cuelga el teléfono, ya había terminado el partido. Con el mando a distancia, hace zapping por algunas cadenas; más de lo mismo, series, reality-shows, cotilleos…Piensa que puede escribir a algún concurso, sería lo único que le quedaría por hacer. Mañana tiene dos temas, el contrato y las vacaciones en Niza, hoy el rotulador rojo marca ya el último aspa en el calendario.

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