viernes, 13 de agosto de 2010

Comadres

-Buenos días Anastasia.

-Buenos días. ¿Qué, cómo estamos hoy?

-Ay hija, como siempre. Tardo menos en contarte lo que no me duele.

-A mí ahora me han sacado que tengo la urea alta, y ni siquiera sé lo que es.

-Ah, sí… Eso lo tenía Tere. Le había dado por comer tomates.

-¡Pero si yo no como tomates nunca! Solo cuando me hago ensaladas por la noche y cuando cocino pisto o carne con tomate. Bueno, y ahora en verano el gazpachito y el salmorejo. Pero vamos, que aparte de eso, nada de nada.

-Miento, no era de los tomates, creo que era por no tomar agua. Sí mujer, fue lo que le pasó a tu vecina Paula, y además si tomas mucho gazpacho empeoras.

-Ah, pues eso puede que sí, porque ahora es lo único que bebo. ¿Pero lo que le sacaron a la Paula no era acetona?

-¿Acetona?, ¿eso no es lo de las uñas?

-Sí, sí, y también del riñón.

-Pues no sé… Bueno, y ¿cómo está tu hijo?

-¿Qué hijo?

-El que vive en Alicante.

-Pero si yo no tengo ningún hijo en Alicante, yo solo tengo dos hijas.

-Ah, ¿y viven aquí?

-Una sí, la otra está en Albacete.

-Pues eso, ¿y cómo está?

-Bien, bien, a la pobre ahora le han sacado que tiene acetona.

-Tan joven… ¿y eso de qué?

-No lo tenemos claro, pero parece que es de comer tomates. Oye, ¿tú tenías hijos verdad?

-Sí, un chico, pero vive en Alicante.

-Es verdad, es que una ya tiene la cabeza…

-Uy, ¡a mí qué me vas a contar! Bueno, hasta otro rato. ¿O vas a la carne?

-No, voy al Guillermo, que se me han olvidado los tomates.

-Bueno, pues hasta luego Paquita.

-Anastasia.

-Eso, eso. ¡A seguir bien!

Pensamiento en noche de verano.

A Amanda le gusta entregarse al sol,
recrearse en su lánguido caminar
pisa descalza la húmeda roca,
despacito y atenta para no resbalar.
El sol, el algua y la sal
se disputan los pliegues perfectos
donde poderse mezclar
con el licor amargo que su piel destila
en la rutina animal.
Amanda desnuda, es su estado natural.
Y disfruto en mi lento despertar,
al ver su silueta dorada a lo lejos, difusa,
fundirse con el mar.

Usuario 25227726

Vengo cada día a esta biblioteca pública, leo la prensa y recorro sus anaqueles. Conozco cuántas ediciones de Rayuela sostienen, y que la que más veces falta de su sitio es la de Alfaguara. Se que Julio Verne lleva años acumulando polvo, que Stevenson se lee más en verano, y los ejemplares que se descatalogaron tras el último inventario de hace justo cinco meses. Vengo cada día, menos los miércoles, y algunos sábados, pero para las bibliotecarias soy el perfecto desconocido. Ni siquiera todas corresponden mi buenos días de cada mañana desde hace nueve años. Se limitan a recordarme litúrgicamente que recoja el resguardo de devolución. Y odio que lo hagan.

Sin embargo, ese tipo...

Otra vez ha vuelto a sacar libros sin presentar el carnet con la excusa de que viene del gimnasio. Ese tipo me enerva. Las conoce a todas y todas les saludan amistosamente y entre bromas, Cristina, Mamen, Catherine, Eloisa... Con sus canas se da un aire a Richard Gere pero tiene la hechura del Fary. Y las bibliotecarias incumplen el reglamento. IMPRESCINDIBLE PRESENTAR EL CARNET DE LECTOR PARA EL PRÉSTAMO BIBLIOTECARIO. Pero el cretino les lleva bombones en navidad. Es su salvoconducto para hacerlas prevaricar.

Hoy he vuelto, como cada día, a la Biblioteca. Llevo unos libros para devolver antes del día catorce, viernes, porque yo nunca prorrogo un préstamo, y tengo que sacar otros porque en la cárcel me voy a aburrir bastante. Porque esta semana sí voy a matarle. ¿Funcionará el préstamo interbibliotecario en la cárcel?. Lo haré entre los estantes de poesía –suelo tropezármelo allí- cuando ande hojeando algo con su pose de erudito. En la cárcel no habrá bibliotecarias que me ignoren. ¿Qué mayor satisfacción para un lector pertinaz que diñar entre sus libros?. Le pediré que me lo agradezca mientras agoniza... ja. Debo ser preciso, y no darle tiempo a reaccionar. Serán funcionarios de prisiones y sabrán de mi presencia porque no me quitarán ojo... Un corte limpio, sin ensañamiento, por Dios. Aunque me inquieta qué volúmenes estropeará con su sangre. Debo detenerme a averiguarlo antes de que se me lleven para poder reponerlos algún día. ¿El Afilador de cuchillos de Argullol? jajaja, ¿alguno de José Hierro?, jaja sería un sarc....

-....Señor, no olvide el resguardo de devolución.

The power of love

Cerró los ojos. Intentó poner la mente en blanco respirando lentamente.
"El amor mueve montañas" pensó.
Cuando abrió los ojos su enorme marido seguía roncando en el sofá.