-Buenos días Anastasia.
-Buenos días. ¿Qué, cómo estamos hoy?
-Ay hija, como siempre. Tardo menos en contarte lo que no me duele.
-A mí ahora me han sacado que tengo la urea alta, y ni siquiera sé lo que es.
-Ah, sí… Eso lo tenía Tere. Le había dado por comer tomates.
-¡Pero si yo no como tomates nunca! Solo cuando me hago ensaladas por la noche y cuando cocino pisto o carne con tomate. Bueno, y ahora en verano el gazpachito y el salmorejo. Pero vamos, que aparte de eso, nada de nada.
-Miento, no era de los tomates, creo que era por no tomar agua. Sí mujer, fue lo que le pasó a tu vecina Paula, y además si tomas mucho gazpacho empeoras.
-Ah, pues eso puede que sí, porque ahora es lo único que bebo. ¿Pero lo que le sacaron a la Paula no era acetona?
-¿Acetona?, ¿eso no es lo de las uñas?
-Sí, sí, y también del riñón.
-Pues no sé… Bueno, y ¿cómo está tu hijo?
-¿Qué hijo?
-El que vive en Alicante.
-Pero si yo no tengo ningún hijo en Alicante, yo solo tengo dos hijas.
-Ah, ¿y viven aquí?
-Una sí, la otra está en Albacete.
-Pues eso, ¿y cómo está?
-Bien, bien, a la pobre ahora le han sacado que tiene acetona.
-Tan joven… ¿y eso de qué?
-No lo tenemos claro, pero parece que es de comer tomates. Oye, ¿tú tenías hijos verdad?
-Sí, un chico, pero vive en Alicante.
-Es verdad, es que una ya tiene la cabeza…
-Uy, ¡a mí qué me vas a contar! Bueno, hasta otro rato. ¿O vas a la carne?
-No, voy al Guillermo, que se me han olvidado los tomates.
-Bueno, pues hasta luego Paquita.
-Anastasia.
-Eso, eso. ¡A seguir bien!