lunes, 16 de mayo de 2011

Antes del regreso

Me abandono al lago, dejo mi cuerpo a merced de sus negras aguas. Desciendo y la sensación aumenta, se apodera de mí una necesidad irrefrenable de rendirme, el cansancio mortal ha dado paso a una insensible inercia. Ya nada importa, solo las acariciantes aguas del lago, ¿o no es el agua? Cada vez las noto más intensamente por toda mi piel. Y también me parece oír voces, susurros, risas contenidas… Es dulce y sugestivo, no necesito saber qué está ocurriendo realmente. Y vuelvo a abandonarme una vez más. Y las caricias aumentan, aunque ya no son tan suaves, me pellizcan y me tiran del cabello, incluso me hacen daño. Quizá debería resistirme, pero una especie de lujuria me paraliza y me dejo llevar. Las voces también aumentan, oigo palabras que no entiendo, hablan en idiomas extraños con sonidos guturales y ásperos. Las risas son más fuertes, risas histéricas, estridentes, maliciosas… Me rodean por todas partes, me dan miedo. Miro a mi alrededor intentando ver algo, no lo consigo. Intento evitar las manos invisibles que ya me provocan dolor, pero son demasiadas. Cada vez más. Consigo ver algo, sombras rápidas dentro de la oscuridad que me rodea. Miradas fulgurantes que me observan, que aparecen y desaparecen junto con las risas. Están jugando conmigo. No quiero vivir más tiempo esta pesadilla, pero no sé cómo volver, cómo puedo escapar de esta desesperación.

Entonces la veo, una débil claridad llega desde arriba. También me llama y consigo acercarme a ella. Intentan retenerme pero no pueden hacerlo. La luz es más fuerte en mí que la oscuridad. La sigo con decisión y siguiéndola busco el camino de vuelta.



2 comentarios:

  1. Lo he escrito a raíz de los comentarios de Rosy y Elena a un texto anterior: "El regreso".

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  2. Un relato muy evocador, ¿quizá una pesadilla, un sueño absorbente, una alucinación? Me gusta la descripción de las sensaciones, de la preocupación o del temor. Muy sugerente, Catherine.

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