miércoles, 15 de septiembre de 2010

Xoanón

Aquella tarde fría Xoanón recordaba esa otra, unos meses atrás, en que se desplomó inconsciente minutos antes del descanso del partido. Después, un hormigueo en los dedos de los pies, el dolor articular, el entumecimiento paulatino y el adiós a las carreras por la banda, a las fintas de fantasía y a la promesa de que pronto entrenaría con los del primer equipo.


Pensaba en ello, resignado, mientras ponía su nueva silla de ruedas rumbo al roscón de Reyes que la abuela le había servido en un plato. Al tercer intento logró trabar el pastel con el tenedor y cortar un pedazo que se llevó a la boca con torpeza. El pequeño objeto que asomaba entre la nata sobresaliente captó la atención de todos.


“¡La habichuela!”, gritó alborozada la abuela, presa de una risa que casi parecía un estertor. “¡Pide un deseo!”, le apremió su hermana.“…Te toca pagar, chaval”, pensó Xoanón para sí.


Una vez en la cama, se ayudó con los dedos de la mano derecha para plegar los de la izquierda en torno a la habichuela, apretándola todo lo fuerte de que era capaz. Cerró los ojos y tras concentrarse mucho, se atrevió a pronunciar su deseo.


“Quiero - volver - a jugar - al fútbol”.


§


Aún no se ha acostumbrado a su nueva posición en el campo, a su nueve en la camiseta, y ya es el goleador del equipo. Ha perfeccionado su golpeo de balón: un impacto seco y duro al que imprime un efecto diabólico, que hace inútil la reacción del portero rival. Ha cambiado sus carreras -tan profundas antes- por rápidos desplazamientos laterales o amagos en busca de un hueco entre los defensores contrarios.


Juega, pese a la rigidez de su cuello, pese a la esclerosis de la cadera y a la anquilosis de rodillas y tobillos: Su cuerpo es hierático como el de una escultura de la Grecia arcaica.


Xoanón cumple su deseo casi cada día. Es uno de los veintidós jugadores distribuidos en las ocho barras de una añeja y venerada mesa de futbolín.

4 comentarios:

  1. Entrañable y humano. Sencilla y fantásticamente bien contado, Javi.

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  2. Original, triste, irónico. Me gusta cómo en un relato tan corto muestras tres momentos diferentes para narrar la historia, la hacen amena y dinámica. También me gusta la alusión de las estatuas griegas con el título. Sabes jugar con las situaciones, transportando al lector, y que duda cabe, con el lenguaje.
    Genial.

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  3. Me ha recordado un poco a los relatos de Roald Dahl de los que hablábamos el otro día después de la reunión.

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  4. Muy bonito Javi, bien contado,sensible, triste y muy humano. Me emociona.
    un abrazo

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