viernes, 16 de julio de 2010

Sueño

El olor a salitre, mi piel erizada, el rumor del mar. Podía percibir cada detalle, desde la ventanilla de aquél vagón de turista. El ferrocarril bordeaba la costa ofreciéndome todo ese paisaje de libertad, prometiéndome un destino incierto y remoto, casi mítico.
El regional se detuvo en una estación concurrida, nada parecía distinto allí, había tránsito, ruido, historias que comenzaban o terminaban en el andén. No deseé apearme y desaparecer en el tumulto de la terminal, aún no. Algo más que el anuncio de la inminente partida del tren me llamaba al viaje.
Cuando abrí los ojos, regresé.

2 comentarios:

  1. Muy evocador. Como el sueño de un viaje que se desea hacer, o como el recuerdo de un cambio que necesitamos se produzca. Una bella imagen, Begoña

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  2. Al final siempre regresamos. Pero una vez escrito y compartido, podemos volver y deleitarnos todos.

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