domingo, 15 de mayo de 2011

Levante

El viento de levante ha arrancado dos sombrillas multicolores que ruedan indomables hacia la orilla. A distancia corren sendos hombrecillos gesticulantes que alertan del peligro que se cierne en la orilla sobre paseantes y bañistas. Agus decide responder a la llamada. Abandona el Men’s Health sobre la toalla, se ajusta las gafas de sol y hace una mueca a su hermano para que le observe mientras adopta la pose de un defensa de los Nets que tuviera que interceptar a toda una estampida de elefantes.
El sol tórrido reverbera donde la arena seca, pero la escena de las dos sombrillas desbocadas mantiene en vilo a los ocupantes de aquella franja de playa, que se vuelven para contemplarla: unos niños dejan de cavar la arena con sus palas, un matrimonio suspende su discusión sobre las licencias nocturnas de su hijita adolescente, un amor canicular cesa en sus arrumacos, una abuela descansa las agujas de punto sobre el regazo, un abuelo desorientado despierta de su siesta, una señora interrumpe su refriega de bronceador en cuello y escote, unas alemanas en topless se incorporan sobre los codos con vertical esplendor, y ha cesado el pregón del vendedor de refrescos.
La última ola se bate en retirada. Es el silencio cuando Agus se percata de que él es el último reducto contra las enfurecidas lanzas que Eolo arroja a la multitud. Y toma conciencia de que durante el instante en que acaparará todas las miradas él, a su vez, también puede verlo todo: las sombrillas que se avecinan con sus hombrecillos corriendo a los lejos y, de reojo, tres pares de pechos enrojecidos. Y calcularlo todo. Tres zancadas para interponerse en la trayectoria letal y la maniobra mínima imprescindible para reducir la sombrilla, plegarla, dejarla en el suelo y lanzarse a la caza de la otra que vuela unos metros más atrás.
Siente ahora transfigurarse en Mitch Buchannan (pese a que siempre quiso hacerlo en Michael Knight). Siente el valor necesario para intentar trabar una conversación con las teutonas luego de cumplido el trámite. Y siente (lamenta) llegar tras de sí el refuerzo de su hermano pequeño, que también debe querer sumarse al cumplimiento del deber cívico. “Me las habría bastado yo solo, idiota”, piensa para sí. Y cuando la sombrilla primera ya los embiste una fuerza invisible tira del bañador de Agus hacia abajo, hasta los tobillos, dejando sus vergüenzas al descubierto. Y la sombrilla le golpea en la cara y le tira al suelo las gafas de sol. Enredado en su propio traje de baño e incapaz de mantener el equilibrio, cae derribado, deslumbrado y desnudo. El silencio se quiebra por el rumor de las olas rompientes.
Son carcajadas, Agus.
Son mandíbulas batientes de niños, allá arriba, señalándolo con el dedo desde lo alto de un castillo de arena.
Risas del matrimonio que hace medio minuto discutía, de la señora del bronceador, de la parejita de los arrumacos y del tipo de las cocacolas. Agus evita mirar a las alemanas. Habría comprobado que sus pechos se agitan graciosamente y que también ríen. Toda la playa ríe, y el idiota huye y también ríe, aunque muy pronto va a estar llorando.
Dos sombrillas multicolores flotan en el agua, inocuas.

4 comentarios:

  1. Una decripción muy detallista, muy irónica. Incluso, ácida en algún momento. Me gusta mucha (sobre todo por esto último). Es una visión singular de un hecho fortuito, contado en largos segundos de desenlace y argumento.
    Por cierto, el final no lo he entendido, o creo no entenderlo. ¿Puedes comentar el significado de las dos últimas frases?

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  2. Como dices, es un ejercicio meramente descriptivo. Pretendo contar cómo, a veces, nos creemos seres elegidos y ocurren cosas que no sitúan en el verdadero lugar.
    Supongo que te refieres al hermano de Agus que ríe tras bajarle el bañador, y Agus piensa en darle una buena paliza ("pronto va a estar llorando"). Mientras, las sombrillas ya han llegado al agua y flotan sin representar ningún peligro para nadie, pese a la película que Agus "el héroe" se ha montado.

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  3. Entonces con tu explicación el texto gana más aún. Lo dicho, bien escrito!

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  4. Muy bueno, me he reído mucho con las desventuras del creidillo este. Y la descripción de la escena también está muy bien. Incluso las referencias televisivas arrancan una sonrisa.

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