lunes, 14 de febrero de 2011

Único Dios verdadero

La cera hirviendo se deslizaba entre los pliegues de su carne, mezclándose con el torrente de sangre que brotaba del objeto adorado, que recorría su cuerpo inundando su cordura. Goteaba, se endurecía en la negrura del fondo de su pecho. Esas velas que más que iluminar, ocultaban con un espeso humo negro aquel altar levantado mucho tiempo atrás. Un templo, tan bien guardado, que cerraba sus puertas a todos aquellos que vivían en el error de no postrarse ante el único Dios que asegura la dicha eterna durante los instantes en que se llega a contemplar.

7 comentarios:

  1. Al principio, me ha venido a la mente el brujo-tarado que gritaba ¡Ca-li-má!” en el Templo Maldito. Luego lo he releído tratando de desentrañar (nunca mejor dicho) otros significados. Esconderlo en esta atmósfera oscura es un acierto literario.

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  2. Parece sacado de un cuento de Lovecraft. ¿Te refieres a ese "dios verdadero" como a Lucifer? Representas muy bien un instante en una espesa atmósfera de sacrificio y sangre, pero continúalo, o danos un principio, ¿por qué está ahí sufriendo, qué ha hecho, o qué no ha hecho? ¿Es culpable, se lo merece, o es sólo un pobre inocente? Interesante, Elena, muy interesante.

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  3. Recordaba algunos huéspedes, almas más que cuerpos, que atravesaron el bosque en que se escondía. Que se asomaron apoyándose en piedras estratégicamente colocadas, una sobre otra, para poder ver por las vidrieras. Muchos entraban hasta la pila, mojaban sus dedos. Algunos incluso se hacían cruces pensando en la eternidad. Mas este Dios justiciero, generoso y cruel no tenía piedad. La expulsión era violenta, irremediable. Las causas, sólo Él las sabe. Este altar que es su corazón. Este Dios que es el Amor.

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  4. Rompes, desde luego, con lo que pueda ser habitual en un texto sobre el ¿amor?, ¿duda?, ¿engaño y error?. Lo describes de una forma esotéricamente original, y me gusta la fuerza que transmite lo que has escrito.
    Sin embargo, atisbo un referente a la soledad. Un tintineo de lágrima sobre lágrima, ¿hay algo de eso en tus palabras?

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  5. No hay drama en mis palabras, ni lágrimas, solo la pasión de alguien que, digamos, ha visto a ese Dios que es el amor, lo ha conocido, y lo venera como lo que más le puede hacer sentir vivo, para bien o para mal.
    Y siguiendo tu consejo y para aclarar un poco la temática he hecho esa segunda parte.

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  6. ¿Y cuando escribiste la primera parte ya tenías esa idea en tu cabeza? El primero es un texto oscuro, susceptible de más de una interpretación, y creo que no hubiera llegado sola a la solución de la segunda parte. Está pero que muy bien.

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  7. Gracias Catherine, la segunda parte la escribí tras la sugerencia de Amador. Es un poco la explicación de la primera que es más oscura sí.

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