viernes, 13 de agosto de 2010

Usuario 25227726

Vengo cada día a esta biblioteca pública, leo la prensa y recorro sus anaqueles. Conozco cuántas ediciones de Rayuela sostienen, y que la que más veces falta de su sitio es la de Alfaguara. Se que Julio Verne lleva años acumulando polvo, que Stevenson se lee más en verano, y los ejemplares que se descatalogaron tras el último inventario de hace justo cinco meses. Vengo cada día, menos los miércoles, y algunos sábados, pero para las bibliotecarias soy el perfecto desconocido. Ni siquiera todas corresponden mi buenos días de cada mañana desde hace nueve años. Se limitan a recordarme litúrgicamente que recoja el resguardo de devolución. Y odio que lo hagan.

Sin embargo, ese tipo...

Otra vez ha vuelto a sacar libros sin presentar el carnet con la excusa de que viene del gimnasio. Ese tipo me enerva. Las conoce a todas y todas les saludan amistosamente y entre bromas, Cristina, Mamen, Catherine, Eloisa... Con sus canas se da un aire a Richard Gere pero tiene la hechura del Fary. Y las bibliotecarias incumplen el reglamento. IMPRESCINDIBLE PRESENTAR EL CARNET DE LECTOR PARA EL PRÉSTAMO BIBLIOTECARIO. Pero el cretino les lleva bombones en navidad. Es su salvoconducto para hacerlas prevaricar.

Hoy he vuelto, como cada día, a la Biblioteca. Llevo unos libros para devolver antes del día catorce, viernes, porque yo nunca prorrogo un préstamo, y tengo que sacar otros porque en la cárcel me voy a aburrir bastante. Porque esta semana sí voy a matarle. ¿Funcionará el préstamo interbibliotecario en la cárcel?. Lo haré entre los estantes de poesía –suelo tropezármelo allí- cuando ande hojeando algo con su pose de erudito. En la cárcel no habrá bibliotecarias que me ignoren. ¿Qué mayor satisfacción para un lector pertinaz que diñar entre sus libros?. Le pediré que me lo agradezca mientras agoniza... ja. Debo ser preciso, y no darle tiempo a reaccionar. Serán funcionarios de prisiones y sabrán de mi presencia porque no me quitarán ojo... Un corte limpio, sin ensañamiento, por Dios. Aunque me inquieta qué volúmenes estropeará con su sangre. Debo detenerme a averiguarlo antes de que se me lleven para poder reponerlos algún día. ¿El Afilador de cuchillos de Argullol? jajaja, ¿alguno de José Hierro?, jaja sería un sarc....

-....Señor, no olvide el resguardo de devolución.

9 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, qué bueno! Me he hartado de reír. Lo que no cojo es lo de los funcionarios de prisiones. Ah, creo ahora sí, que en la cárcel ya no lo van a ignorar, ¿no? A ver qué le parece a Enrique...

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  3. Muy cómico, Javi. Reconozco a nuestro Richard Gere, y me hace pensar en que es fácil envidiar la simpatía que muchas personas evocan en los demás sin hacer ninguna cosa, que otros muchos se esfuerzan en que se les note.
    Me gusta el giro en medio del relato, eso de la cárcel; como si mereciera la pena, a pesar de todo. Y el hecho de que al final, parezca que sólo sueña mientras espera en la misma cola de hace nueve años.

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  4. Realmente divertido, Javi ¿Se te ocurrió mientras Enrique presumía de sus conquistas o la envidia llegó después tras reflexionar friamente porqué a ti no se te ocurrían esas cosas? Estoy con Caherine en que quizá la referencia a los funcionarios de prisiones debería ir a continuación de las bibliotecarias..., al menos para los torpes como nosotros.

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  5. Creo que está muy conseguido el hecho de que con un monólogo interior se pueda visualizar tan bien al personaje protagonista. Se saben cosas de él sin que se digan en ningún momento, como que está trastornado, que debe ser de mediana edad, que vive solo en una casa oscura rodeado de gatos... bueno esto me lo he inventado yo pero es que así es como me lo imagino.

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  6. Creo que eres totalmente injusto conmigo y con las bibliotecarias...¿Porqué no has citado tus conversaciones con el movil a pesar de que está totalmente prohibido? ¿Porqué no mencionas que a veces dejas una carpeta para ocupar sitio al lado del aira acondicionado y luego vuelves por la tarde...? ¿ O que comes gusanitos cuando crees que nadie te ve...?

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  7. jajajaja
    ¡no sabía que lo de los gusanitos se notaba tanto!
    ¡bienvenido, tito!

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