domingo, 11 de abril de 2010

Supervivencia

Una vez más, un barco naufragó en el océano. Ella se agarró a la única balsa que podía sacarla de allí. Su fé en la idea absurda e inamovible de un ente sólido y sagrado que no podía ser destruido y que definía todo su ser. Amarse a sí misma por encima de todas las cosas y no permitir que nadie perturbase esa máxima.
Aquél muro de contención escondía demasiados fracasos y desengaños de los que ella hubiera podido soportar, de no ser por aquella coraza indestructible a través de la cuál era imposible oír el llanto de aquella niña asustada.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho: humano y sincero, intenso y profundo. Una descripción de lo más íntimo de una persona. Muy bueno, Begoña.

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  2. Mi aplauso sincero a todos quienes se atreven a compartir sus viajes por los recovecos del alma. Es una buena manera de socavar corazas indestructibles.

    Y si -como en el caso- es con gusto estético, mejor.

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  3. Muy bonito y conmovedor Begoña.

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