martes, 13 de abril de 2010

Cotidianidad

En el edificio número 29 de la Rue de Clichy, Madame Benoit cosía las últimas prendas a toda prisa, sentada en un rincón del taller de la planta baja, apurada por llegar a tiempo a la entrega de los vestidos al día siguiente. En el ático, Coline ensayaba unos pasos de ballet frente al espejo, convencida de poder mejorar aquel fouetté en tournant. Cécile y Fabien se besaban apasionados en el comedor, los recién casados disfrutaban por fin de las primeras horas de intimidad en su propio hogar. El hijo de la vecina, Pépin, repetía en voz alta la lección una y otra vez, mientras su madre le regañaba cuando éste se despistaba. Monsieur Neville, parado ante la puerta de su apartamento, albornoz puesto y llave en mano, trataba de recordar, sin éxito, a dónde pretendía ir, hasta que su enfermera Lucienne, le ayudó a entrar de nuevo en casa.
El inquilino del 3º piso, tumbado en la cama, observa el espectáculo que sale del armario de su habitación, un frondoso jardín envuelto por una intensa luz que lo penetra todo, a su lado, una escalera de peldaños dorados suspendida en el aire. Él mira la escena con la seguridad y la calma de quien ha encontrado al fin respuestas, comprendiendo que es posible creer, y entonces sintió que no estaba solo.

9 comentarios:

  1. Aquí estoy con "El Solitario", más vale tarde que nunca...siempre me quedé pensando en ese extraño final y cómo a mí me sugería más la idea de que el protagonista al fin encuentra un sentido a la vida, ya sea por agotamiento tras tanta tensión/depresión existencialista o por madurez, pero lo encuentra. La idea de que se vuelve loco sin más, no me satisfacía tanto.

    Vuelvo a tocar el tema de la cotidianidad, como Rosy en un relato anterior, pero así como en el suyo lo rutinario irrumpe al final (la chica recuerda comprar el pan), en el mío, termino con lo extraordinario aunque integrado en lo cotidiano, como una historia más de cada día.

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  2. Me encantan las escenas cotidianas como la que describes. Tantan historias separadas sólo por un tabique.

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  3. Ciertamente más vale tarde que nunca y la espera merece la pena. Estoy con Elena en que las escenas descritas, sobre todo en el primer párrafo, son verdaderamente encantadoras, no sólo por lo que dicen sino por cómo lo dicen. Con respecto al final está claro que a cada uno nos puede evocar una cosa... sería bueno contar algún día con Farola para conocer su interpretación.
    En cualquier caso enhorabuena por el relato.

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  4. En solo unas líneas ofreces el retrato de cada vecino del edificio, y hasta de sus personalidades instantáneas. Un relato delicado y eficaz. Me ha gustado mucho, Begoña.

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  5. Hey me ha gustado mucho!! Lo veo muy detallado, sutil, poético. Vi todos tus personajes desfilar delante mio. La cotidianeidad plagada de complejidades es un material muy rico para construir relatos, siempre que uno afine el ojo.

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  6. Felicidades, Begoña, te quedó muy bien. Me gustó bastante porque cuentas mucho en muy poco espacio y de forma amena y sencilla, lo que lo hace muy tierno.

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  7. Una encantadora descripción de situaciones ocasionales, y personajes, para los que se podría escribir, uno tras otro, su propio microrrelato...

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  8. Qué bello Begoña... Me uno a tu interpretación del final del libro.

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