lunes, 29 de marzo de 2010

A tres pies sobre el suelo.

La luz clara, la bella estampa, cortinas blancas en la brisa de la madrugada.
Huelo la noche sentado en la cama, el alma se agita, se siente encerrada.
Desdichada carne que nace muriendo, maldito cuerpo, que en la cuna se va pudriendo.
Y que fácil hacerse viento, escapar volando libre de peso, derramar los humores que nos mantienen preso.
Resbalar el filo hasta tocar el hueso y ya está hecho.
Ay! pobre de mi, me cegó lo eterno.
No hay vuelo, no hay consuelo, solo encuentro la triste miseria del vagabundo inquieto que buscando la gloria,
pena y desespera levitando a tres pies sobre el suelo.

1 comentario:

  1. Intrigante, y lleno de imágenes curiosas. Parecen palabras mezcladas con un sueño...

    ResponderEliminar