viernes, 5 de febrero de 2010

Plenitud

Harta de contemplaciones me decidí, me puse en pie sobre el puente en el que había estado sentada más de media hora y salté. Todo era un cúmulo de sensaciones nuevas que sentía intensamente. El tiempo pasaba muy deprisa, podía oír gritos de fondo, el viento en mi cara, apenas me dejaba ver dónde estaba, el sudor de mis manos, la sequedad de la garganta, la tensión en todo el cuerpo y ese nudo en el estómago. El vacío. Haber hecho algo de lo que no te creías capaz.

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