jueves, 29 de octubre de 2009

Olvido

Paseaba por la calle distraído mirando los escaparates, cuando se detuvo ante uno que llamó su atención. Había un cartel que decía “se vende memoria”. Sorprendido, entró en la tienda, donde le recibió un anciano. Le preguntó por el anuncio y el viejo le ofreció una botella, asegurándole que tras su consumo, su memoria sería prodigiosa.

Sin dudarlo compró y bebió aquel jarabe y acto seguido, comenzó a recordar un sinfín de nombres y fechas, rostros y lugares que había borrado de su memoria.

Pasó largas horas disfrutando de aquellos pensamientos, imágenes inagotables venían a su mente y cada nuevo hallazgo le transportaba a otro tiempo en que había sido feliz. Esos fueron los primeros días, en que parece que sólo venían a él las mejores horas vividas, las que con más fuerza se agolpaban en su cabeza.

Sin embargo, una tarde, postrado en el sillón, donde pasaba días enteros con sus pensamientos, vino como un dolor de estómago, un mal recuerdo. Y así comenzó, uno tras otro, a presentarse el horror. Recordó cada herida, cada fracaso, cada decepción , y una tristeza inmensa se apoderó de él, no podía soportar aquello.

Hundido, se dirigió a la tienda dispuesto a devolver el líquido prodigioso. - ¿No le ha servido? -le preguntó el anciano-.

-No -respondió-. No lo quiero. Necesito el olvido para imaginar quién soy.

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